Comentario semanal

La senda del relajamiento monetario

La minuta de la reunión de política monetaria de marzo refuerza las expectativas de nuevos recortes en la tasa de interés de referencia, en un contexto de inflación controlada, economía débil y señales de mejora en los riesgos inflacionarios.

La más reciente minuta del Banco de México no solo confirma la probabilidad de una reducción de medio punto porcentual en la tasa de interés de referencia en mayo, sino que abre la puerta a una baja similar en junio.

En comparación con el comunicado oficial, la minuta muestra un tono aún más suave. Los miembros de la Junta de Gobierno consideran que diversos factores se están alineando para consolidar la trayectoria descendente de la inflación, lo que facilitaría seguir reduciendo la tasa de interés sin mayores obstáculos.

Uno de los puntos clave es el reconocimiento de que el balance de riesgos respecto a la inflación ha mejorado, aunque se mantiene ligeramente sesgado al alza.

La inflación, por su parte, sigue comportándose conforme a las previsiones del banco central. Algunos indicadores apuntan a una convergencia hacia el objetivo, y la inflación en servicios —que había sido más resistente— ha comenzado a disminuir de manera consistente, lo que sugiere que relativamente pronto podría alinearse con el resto de los rubros inflacionarios.

Además del efecto restrictivo de la política monetaria, la debilidad económica también está contribuyendo a frenar la inflación. Esta debilidad no solo es consecuencia de las altas tasas, sino también de la incertidumbre generada por la política arancelaria de Estados Unidos. La demanda interna se está debilitando, impulsada por el comportamiento cauteloso de los consumidores y la parálisis de la inversión, lo que reduce las presiones sobre los precios, además de afectar negativamente el crecimiento de la economía.

El Banco de México ha señalado que los aranceles estadounidenses pueden tener efectos tanto inflacionarios como deflacionarios, dependiendo de la respuesta del gobierno mexicano y de la evolución del tipo de cambio. Hasta el momento, la respuesta gubernamental ha sido prudente, y el tipo de cambio ha mostrado una reacción eficiente, sin alterar la trayectoria inflacionaria.

No obstante, persisten riesgos importantes. Uno de los más relevantes en el corto plazo es la pérdida de confianza en activos considerados refugio, como el dólar o los bonos del Tesoro de EE.UU. Un deterioro mayor en ese frente podría presionar el tipo de cambio, afectando potencialmente la inflación o las expectativas inflacionarias. Aun así, el banco estima que el traspaso de una depreciación cambiaria a la inflación sería limitado, en parte por la débil demanda, que restringe los aumentos de precios y por el hecho de que hasta hoy éste ha sido limitado, si es que no nulo.

Otro aspecto destacable es la disminución de la inflación en los servicios, que en marzo se ubicó en 4.4% anual. Aunque esta cifra aún supera el 3.8% de la inflación general, representa un descenso significativo respecto al 5.4% registrado un año atrás. Este comportamiento fortalece la visión de que la inflación está cediendo de forma estructural.

Sin embargo, las expectativas inflacionarias siguen siendo motivo de atención. Aunque se mantienen ancladas, no han disminuido al ritmo que se esperaría en un entorno de inflación convergente. El mercado prevé que la inflación cerrará el año en 3.9% y que el promedio de los próximos ocho años será de entre 3.6% y 3.7%, aún por encima del 3.5% observado antes del actual ciclo inflacionario.

Si la inflación continúa descendiendo y luego se estabiliza alrededor del nivel objetivo (3.0% anual), es probable que el mercado ajuste sus expectativas. De lo contrario, podrían deteriorarse aún más, lo que pondría presión adicional sobre la política monetaria del país. Este es el escenario que se encuentra implícito en tales expectativas. También, puede ser que esté equivocado.

Rodolfo Navarrete

abril 11, 2025