Comentario semanal

Cambio de ritmo

La etapa de relativa unidad dentro de la Junta de Gobierno del Banco de México se rompió en la reunión de política monetaria de finales de junio. Uno de los funcionarios disintió respecto a si el reciente repunte inflacionario justifica continuar con los recortes en la tasa de interés, especialmente en la magnitud que se ha venido aplicando.

De acuerdo con las minutas de esa reunión, cuatro de los cinco miembros de la Junta consideran que aún hay espacio para seguir bajando las tasas, aunque a un ritmo más moderado —25 puntos base en la próxima decisión—, mientras que el quinto miembro se pronunció por una pausa, sin descartar futuros recortes siempre que la inflación retome su tendencia descendente.

La mayoría atribuye el repunte inflacionario observado desde mediados de marzo a factores temporales relacionados con desórdenes en la formación de precios, provocados por la coincidencia de diversos choques: la Semana Santa, sequías en el norte del país, un aumento coyuntural en la demanda mundial de medicamentos, escasez de productos pecuarios en EE. UU., incertidumbre arancelaria que ha incentivado la acumulación de inventarios en comercios estadounidenses, entre otros.

El dato más relevante desde entonces ha sido la disminución que ha observado la inflación anual, que pasó de 4.62% en la segunda quincena de mayo a 4.13% en la segunda de junio, volviendo a alinearse con la trayectoria esperada por el banco central. No obstante, la inflación subyacente siguió al alza, alcanzando 4.28%.

Todo indica que la inflación cambió de dirección —al menos en el corto plazo— en junio. Los analistas prevén que este fenómeno se sostendrá hasta julio, al estimar una inflación mensual de 0.36% que reduciría la tasa anual a 3.61%, mientras esperan que la inflación subyacente inicie una lenta trayectoria descendente.

Este será el contexto con el que la Junta de Gobierno del banco central tomará su próxima decisión de política monetaria el 7 de agosto. Todo apunta a que no habría mayores obstáculos para reducir la tasa de interés a 7.75%. El verdadero desafío vendrá después.

Si bien se espera un nuevo rebote inflacionario más adelante, también es probable que los choques que dispararon los precios desde mediados de marzo comiencen a disiparse. De cumplirse las proyecciones de los analistas, la Junta podría considerar otro recorte en la reunión del 25 de septiembre, cuando ya se cuente con las cifras de inflación de agosto y de la primera quincena de septiembre, que se prevé oscilen entre 3.8% y 3.9% anual.

En paralelo, otros factores que también inciden en las decisiones de política monetaria apuntan en el mismo sentido de seguir bajando las tasas. El tipo de cambio ha continuado apreciándose ante la incertidumbre arancelaria en Estados Unidos. La entrada en vigor de aranceles recíprocos fue aplazada hasta el 1 de agosto, mientras persisten las amenazas del presidente Trump sobre imponer nuevas tarifas a las importaciones de cobre y a productos provenientes de Brasil y Canadá. Los mercados financieros, lejos de alarmarse, han respondido con optimismo a este escenario, y el dólar en México se cotizó en 18.60 pesos el jueves pasado, frente a los 18.85 observados en la reunión anterior.

Los niveles actuales del peso con respecto al dólar otorgan al Banco de México mayor margen para seguir bajando tasas sin provocar una depreciación cambiaria que comprometa sus objetivos inflacionarios.

En cuanto a la economía real, la inversión fija bruta cayó 12.5% anual en abril, enviando señales preocupantes sobre el desempeño económico presente y futuro. El enfriamiento de la economía, impulsado por la incertidumbre, tarde o temprano terminará por reducir la presión de la demanda interna sobre los precios conforme avance el año.

Todos estos elementos conducen a pensar que la tasa de interés de política monetaria podría continuar bajando en México hasta cerrar el año tal vez alrededor del 7.0% anual y podría seguirlo haciendo en el transcurso del próximo año.

Rodolfo Navarrete

julio 11, 2025