Esta semana se llevará a cabo la segunda reunión de política monetaria del año. Se espera de manera unánime que el Banco de México (Banxico) reduzca en medio punto porcentual la tasa de interés de referencia, llevándola al 9.0% anual. Sin embargo, más allá de la decisión en sí, lo verdaderamente relevante será el comunicado que la acompañe, ya que es probable que ofrezca señales sobre el rumbo que tomará la política monetaria en la siguiente reunión. Esto cobra especial importancia, pues existe la posibilidad de que el banco central repita el recorte en la misma magnitud, dependiendo de cómo evolucionen las condiciones económicas.
El factor clave que influirá en esta decisión será la trayectoria que observe la inflación. Tanto la encuesta de Citi de la semana pasada como la de febrero de Banxico sugieren que la inflación de marzo y abril (la que el banco tendrá a su alcance) se mantendrá dentro de los rangos previstos por el banco central. De confirmarse este escenario, los impedimentos para que adopte una postura similar a la de esta semana en su reunión de mayo serían menores.
El comportamiento favorable que ha mostrado la inflación hasta hoy ha sido consecuencia, en gran parte, de la política monetaria restrictiva que ha prevalecido en México en los últimos meses. Además, la demanda interna y la economía en general presentan señales adicionales de debilitamiento, en gran medida debido a la incertidumbre generada por la errática política arancelaria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Esta situación podría contribuir a disminuir aún más la presión sobre el crecimiento de los precios, por lo que en los próximos meses podrían registrarse niveles inflacionarios más favorables de lo que inicialmente se había anticipado.
En este contexto, es importante señalar que la confianza de los consumidores y de las empresas ha continuado deteriorándose durante los primeros meses del presente año, un fenómeno que tarde o temprano se reflejará en las variables económicas reales. Sin ir más lejos, la semana pasada el INEGI estimó preliminarmente que el consumo privado habría caído un 0.7% anual en febrero, a pesar de que la tasa de desempleo se mantiene baja. Este dato sugiere que, en tiempos de incertidumbre, las familias tienden a adoptar un comportamiento más austero en términos de gasto. De manera similar, los reportes más recientes de las empresas aeronáuticas indican una importante caída en la demanda de boletos para viajar, lo que refuerza la idea de un menor dinamismo en el consumo.
Por otro lado, en su última reunión de política monetaria, el banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) también revisó a la baja sus estimaciones de crecimiento económico para este y los próximos años. Esta revisión responde a las mismas tensiones económicas y comerciales que han estado afectando a la economía global, lo que genera incertidumbre sobre el ritmo de crecimiento en el corto y mediano plazo.
En cuanto al tipo de cambio y las expectativas de inflación futura, Banxico deberá tomar en cuenta que, hasta ahora, ambos indicadores se han mantenido relativamente estables y sin grandes sobresaltos. No obstante, aún quedan eventos por delante que podrían generar volatilidad, como la posibilidad de nuevas medidas arancelarias recíprocas. Si bien es difícil anticipar cómo evolucionarán estos factores en las próximas semanas, resulta alentador que, hasta el momento, el tipo de cambio y las expectativas inflacionarias hayan resistido bien las recientes turbulencias.
Otro elemento clave es el hecho de que, en su reunión de la semana pasada, el Fed envió señales claras de un posible relajamiento en su política monetaria. Esto tendrá importantes repercusiones para la política monetaria mexicana, ya que amplía el margen de maniobra de Banxico para actuar con mayor decisión en sus próximas reuniones, sin el riesgo de generar presiones excesivas sobre el tipo de cambio o el mercado financiero.
Sin embargo, un factor que podría limitar una reducción más agresiva en las tasas de interés en México, es la incertidumbre en torno a una posible escalada en la guerra comercial global. Si las tensiones arancelarias se intensifican y otros países deciden tomar represalias, el panorama económico podría volverse aún más incierto, lo que haría recomendable que Banxico adopte una postura más prudente en términos de política monetaria hasta que se establezca una nueva normalidad.
En este sentido, será fundamental estar atentos al desenlace de la política comercial estadounidense y a la respuesta de los principales países involucrados, incluido México. Es de esperar que, para la reunión de Banxico del 15 de mayo, muchas de estas dudas hayan quedado resueltas, lo que permitiría tomar decisiones con mayor certeza sobre el futuro de la política monetaria.
Rodolfo Navarrete
marzo 21, 2025